Entendemos como bullying aquella conducta de
persecución, ya sea física como psicológica, que realiza un alumno (o bien un
grupo de ellos) contra otro/a al que se escoge como víctima de repetidos
ataques, persistentes en el tiempo, situando a la víctima en una posición de la
que les difícil escapar por sí misma. Entre las conductas de acoso escolar más
habituales encontraríamos el acoso físico, las burlas o insultos, la exclusión
social o la discriminación,si bien pueden darse otras muchas manifestaciones.
El
bullying ha sido reconocido por la
Asociación Americana de Psicología (APA) como un grave problema de salud
pública, estimando que afecta alrededor de 24 millones de personas cada año.
Esta situación puede provocar en las víctimas de acoso escolar problemas de
adaptación, soledad, ansiedad, fobia social y/o escolar, baja autoestima, depresión,
bajo rendimiento escolar, rabia en el hogar y síntomas psicosomáticos que
pueden resultar difíciles de detectar a las familias, pues un elevado número de
víctimas de bullying tiende a ocultar
su situación a sus familiares directos, optando por permanecer en silencio.
No
hay que olvidar que en una situación de este tipo intervienen diversos tipos de
roles, a ver: el agresor (o agresores), la víctima y los testigos de este
sádico espectáculo. Por tanto, es necesario la aplicación de programas de detección e intervención que
tengan en cuenta a todo el centro como comunidad, evitando centrarse en el
tándem “víctima-agresor”.
Las
intervenciones más eficaces son las que se realizan a nivel preventivo,
regidos por la Educación Emocional y la Psicología Positiva, fundamentando las
relaciones del centro escolar en los derechos y deberes de todas las personas y
apostado por el diálogo como forma de abordar los conflictos
interpersonales. Trabajar la empatía
(ponerse en el lugar del otro, ayudar y cooperar), las habilidades sociales
(comunicación, escucha activa, diálogo, negociación para la toma de decisiones…),
los valores de la convivencia y desarrollo moral, la denuncia social y el pensamiento
crítico son actuaciones altamente eficaces en la prevención del acoso escolar.
Así
mismo, es importante que la escuela pueda detectar la situación de
violencia escolar precozmente una vez que ésta ya se ha producido, aplicando protocolos de observación y
administrando cuestionarios
sociométricos anónimos en los que los estudiantes pueden informar de los nombres de
las víctimas y agresores. Es importante que, una vez detectada la existencia de
bullying, los centros desarrollen programas
de intervención que fomenten la capacidad de cooperación y de resolución de
problemas de forma constructiva, así como el autocontrol, o bien programas
validados contra el acoso escolar, así como que apliquen el protocolo de actuación del centro y su código
disciplinario en los casos necesarios.
Documento redactado por:
Noelia Belmonte Hernández
Psicòloga col. 12 659
Posgrau en evolució normal i patológica
Posgrau en neuropsicologia clínica
Màster en Psicologia de la Salut
Especialista en Test de Rorschach
Formació en psicoteràpia psicoanalítica de nens, adolescents i adults
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